El área de Lenguaje es probablemente en la que me siento con menor soltura al momento de diseñar evaluaciones de aprendizaje. Esto porque, además de conocimientos curriculares, en esta área están de por medio procesos cognitivos sumamente complejos en los que median variables una inmensa variedad de variables del entorno.
No es que en el aprendizaje de otras áreas no se involucren procesos cognitivos complejos, pero el Lenguaje es además lo que nos permite comunicarnos con otras personas, su cultura y conocimiento, así que lleva una carga particularmente pesada sobre sus hombros.
En especial, evaluar aspectos específicos de la comprensión lectora me parece una de las tares más complejas con las que me he encontrado. Es sumamente fácil caer en la trampa de que toda valoración de la comprensión lectora sea sobre la comprensión global de un texto. Lo anterior tiene sentido intuitivo, pues usamos con frecuencia la pregunta «¿Qué entendiste de lo que leíste?» para una evaluación informal de la comprensión lectora. Hay muchos particularidades en este proceso, pero esto es con lo que tenemos familiaridad.
Pero además, la dificultad de evaluar dificultad lectora está en que hay distintas posturas teóricas y metodológicas sobre lo que significa leer, cómo se aprender la lectura y, en consecuencia, cómo tendría que evaluarse. Naturalmente, hay que entender qué es lo que queremos evaluar.
Por esa razón siempre agradezco toparme con artículos relacionados con el tema, como el siguiente:
En este artículo se discute cómo una metodología ampliamente usada en los Estados Unidos para la enseñanza de la lectura conocida como Three Cues (tres señales) ha tenido un efecto negativo en la capacidad lectora de la población de ese país. La razón de ello es que esta metodología se basa en postulados teóricos que no desde hace cerca de cincuenta años no han podido sostenerse empíricamente.
Pero cualquier cambio en educación es lento y frecuentemente está vinculado con posturas ideológicas, no sólo en Estados Unidos sino en prácticamente todo el mundo, así que no es sorpresa que una metodología con un sustento endeble se mantenga arraiga.
Las metodología Three Cues se refiere a las tres señales que, en teoría, le permiten a una personas reconocer y leer una palabra:
- Señales gráficas (las letras de la palabra)
- Señales sintácticas (tipo de palabra que podría ser: sustantivo, verbo, adjetivo, etc.)
- Señales semánticas (contexto en el que se encuentra la palabra)
En teoría, es la tercera señal la que demuestra evidencia de una persona lectora competente, usar el contexto del texto para reconocer y comprender el significado de las palabras, es lo que hacen las personas con dominio de la lectura.
Excepto que al poner a prueba esta metodología, se encontró lo opuesto: «los lectores menos hábiles, no lo más hábiles, son quienes dependen en mayor medida del contexto para reconocer palabras» (Stanovich, 1975). Desde los primeros estudios al respecto al 1970 se han replicado los mismos hallazgos y no son controvertidos o puestos a discusión.
Pero es la metodología con la que aprenden a leer millones de personas en Estados Unidos cada año, lo cual ha provocado un estancamiento severo y, en algunos casos, incluso se han reportado pérdidas en la comprensión lectora.
¿Y cuál es la razón para mantener las Three Cues? Inercia, principalmente. Es como muchos distritos escolares han trabajado desde hace mucho tiempo, cambiar ahora sería, largo, difícil y, sobre todo, costoso.
Vale mucho la pena leer el artículo completo, es de esos que te dan mucho en qué pensar.
En lo personal para mi ha sido útil encontrarme con este tema que me ha abierto el panorama para entender mejor cómo podría evaluarse el Lenguaje. Al mismo, como ya lo mencioné, es un recordatorio de que el cambio en educación es lento, incluso cuando hay evidencias de sobra para cambiar.
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