Leí Nameless, escrita por Grant Morrison, con arte de de Chris Burnham, colores de Nathan Fairbarn y letras de Simon Bowland. Esta es una miniserie de seis números que publicó Image Comics durante el 2015 y, como muchos de los cómics independientes escritos por Morrison, es tan impenetrable como es fascinante.
La historia trata sobre el titular Nameless, una suerte de investigador paranormal que al inicio de la historia está buscando una llave, lo cual lo lleva a adentrarse en el reino de los sueños. Al mismo tiempo, es perseguido por personas con cabeza de pez a las órdenes de una mujer con el rostro cubierto por un velo. Lo anterior nos muestra la influencia de la obra de H.P. Lovecraft en Nameless, pues tenemos elementos de La llave plateada, La sombra sobre Innsmouth, El testimonio de Randolph Carter y, por supuesto, La búsqueda en sueños de la ignota Kardath.

Sin embargo, la importancia de esta llave es que un objeto muy importante para evitar que un enorme asteroide que tiene grabado un glifo mágico de varios kilómetros de tamaño se estrelle contra la Tierra y acabe con toda la vida en el planeta. Nameless forma parte de un equipo de élite que viajará al asteroide para cambiar su trayectoria.
En el proceso, pasan muchas cosas extremadamente raras, hay magia, referencias a la mitología Maya y Mexica, la crónica del quinto planeta del sistema solar en el que lucharon seres primordiales y una sensación general de que la división entre lo real e imaginario está desapareciendo.
Realmente no tengo mucho que decir sobre la historia que cuenta Nameless, pues por cinco números y medio nunca estuve muy seguro de qué es lo que estaba ocurriendo o porqué estaba ocurriendo. Aunque el último número, en teoría, pone orden a todo lo acontecido, aún así no me siento con la confianza para explicarle a alguien qué es lo que pasa entre el inicio y final de la historia.
Aun así, disfruté mucho de leer Nameless. Parte del encanto de leer a Morrison es tratar de entender que demonios es lo que está tratando de decir. O si simplemente está intentando conjurar un hechizo para proteger a las y los lectores de los demonios de la vida moderna.
Nameless tiene la estructura familiar de las historias de Morrison. Se te presenta una situación extraordinaria que es casi imposible de entender y poco a poco se te dan los elementos para que todo sea comprensible. Descifrar el rompecabezas que tienes frente a ti es parte de la experiencia, aunque en este caso, incluso para los estándares de Morrison, la historia es confusa y requiere familiaridad con los conceptos a los que hace referencia. ¿Esas referencias a Lovecraft? Si no las conoces, muchas páginas de este cómic te parecerá que no tienen absolutamente ningún sentido o lógica, y lo mismo aplica para todo lo demás que es referido.
Eso sí, es satisfactorio cuando al final todas las piezas ocupan su lugar y además el camino para llegar así está lleno de ideas extravagantes y provocadoras, llevadas a la vida con el excelente trazo de Burnham. Pero a pesar de ello, no me parece que Nameless sea un buen primer acercamiento a la obra de Morrison, pues entre las cosas que son conocimiento requerido para entender esta historia se encuentran la idiosincrasias del autor.
Y, por supuesto, como en este cómic hay una cantidad abundante de violencia gráfica, que incluye muchas mutilaciones y una buena dosis de horror corporal, esa es otra razón por la que es difícil recomendar Nameless. O, bien, puede ser el motivo que pique tu curiosidad. Es asombrosa la cantidad de formas en las que el cuerpo humano puede ser, uh, segmentado en el espacio exterior y Burnham te muestra todos y cada uno de los detalles de ello.
¿Pero entonces qué es lo que me gustó? Bueno, tiene presentes otros de los sellos distintivos de las historias de Morrison. Tenemos su interés en la metaficción, es decir, cómo funcionan las historias, lo cual está presente en la forma que el protagonista de Nameless trata de hacer sentido de todo lo que está ocurriendo, alternando entre memoria y sueños. Morrison nos invita nuevamente a imaginar cuál es el papel de los seres humanos en el universo, planteando su tesis de que tenemos la semilla de una conciencia cósmica compartida que nos permite realizar cosas que deberían ser imposibles. Además, también está aquí la pasión de Morrison por los símbolos con poder mágico, tantos los de su propia invención, como los existentes en las diferentes culturas del mundo, en este caso, la Maya y Mexica.
Este es un cómic que por muy trillado que suene, es más una experiencia que una historia: es visceral, intrigante, desorientador, frustrante e impactante en su lenguaje visual. No me arrepiento para nada de haber leído Nameless y estoy muy tentado a leerlo nuevamente, pues siento que hay muchas cosas que sólo son evidente en lecturas repetidas. Aunque, quizás sólo sea mi predilección por la obra de Morrison hablando o que con el paso de los años tiendo a buscar historias que desafían lo convencional. En todo caso, ya puedo decir que leí un cómic con astronautas mágicos.
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